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viernes, 4 de mayo de 2012

La ideología de género es un atentado contra la naturaleza humana


La ideología de género es como un oasis engañoso en el desierto, que algunas personas presentan como si fuera la solución a todos los problemas de la humanidad. Y las personas miran y ven que se presenta con características muy llamativas usando lenguajes como: “salud sexual y reproductiva”, derechos propios de los jóvenes; pero que tan sólo son eufemismos que engloban el libre acceso a la anticoncepción y el aborto.

La correcta comprensión del lenguaje es muy importante para no ser engañados por este espejismo ideológico, para eso analicemos la definición de “género” de la feminista Judith Butler. Para esta mujer, “género” es el fruto de una construcción cultural, por lo tanto no es ni el resultado causal del sexo ni tan aparentemente fijo como el sexo. Esto significa que al teorizar el género como una construcción independiente del sexo, el género viene a ser una construcción meramente artificial no sujeto a ningún criterio natural. Quiere decir que: “hombre y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino”.

Esta libertad de decisión sobre la identidad personal es sostenida en el libro "Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity" (El Problema del Género: el Feminismo y la Subversión de la Identidad") de la feminista radical Judith Butler. Y este material es utilizado desde hace ya varios años en prestigiosas universidades norteamericanas y ahora fundamenta también la perspectiva de género que algunos intentan promover en nuestro país.

No tenemos que dejarnos engañar por las palabras bonitas que esconden calamidades para la humanidad. Muchos todavía creen que el uso del término “género” es sólo una forma más pulida de decir “sexo” y que género en este caso se refiere a seres humanos masculinos y femeninos, pero existen muchos otros que paulatinamente se han dedicado desde hace ya varios años a difundir toda una “nueva perspectiva” del término. Y esta perspectiva no se refiere a la acepción tradicional de la palabra género, sino que es entendido como “roles socialmente construidos”.

No existe hombre natural ni mujer natural

La IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en setiembre de 1995 en Pekín, fue el escenario elegido por los promotores de la nueva perspectiva para lanzar una fuerte campaña de persuasión y difusión.

¿Qué pasó en esta Conferencia? Sencillamente muchos delegados participantes ignoraban esta “nueva perspectiva” del término en cuestión y solicitaron a sus principales propulsores una definición clara. Y la respuesta no se hizo esperar porque era prioridad para los propulsores:  “El género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo”.

La idea principal de esta definición es: “no existe hombre natural ni mujer natural”. Ser hombre o mujer depende del rol social que le es asignado a uno u otro sexo, pura y simplemente es el fruto de una decisión el ser hombre o mujer. Con la eliminación de la ley natural que rige para los sexos, la decisión pasa a depender exclusivamente de las circunstancias sociales. Si la sociedad necesita de que “unos cuerpos” en un determinado momento adopten la forma de “mujer u hombre”, estos entes deben adoptar este u otro sexo.


La muerte de la naturaleza

Esta nueva perspectiva de género constituye un gravísimo error, que no puede ser aceptado por ninguna persona. Porque, no sólo pretenden su postuladores modificar la naturaleza del hombre, sino eliminarla por completo. Al respecto decía Shulamith Firestone: "Lo natural no es necesariamente un valor humano. La humanidad ha comenzado a sobrepasar a la naturaleza; ya no podemos justificar la continuación de un sistema discriminatorio de clases por sexos sobre la base de sus orígenes en la Naturaleza. De hecho, por la sola razón de pragmatismo empieza a parecer que debemos deshacernos de ella".

“Hacer diferencias es un grave crimen”

Los defensores de la ''nueva perspectiva'' rechazan cualquier diferencia, porque la consideran sospechosa. Afirman además que toda diferencia entre el hombre y la mujer es construcción social y por consiguiente tiene que ser cambiada. Pretenden establecer una igualdad ''total'' entre el hombre y la mujer, sin considerar las naturales diferencias entre ambos. Rechazan rotundamente las diferencias sexuales. No existen solamente dos sexos, sino muchas orientaciones sexuales. Basta decidir cuál conviene más en un determinado momento. En tan grave error caen los promotores de esta falsa perspectiva, porque al declararle la guerra campal a la naturaleza, incluso denigran el respeto a la mujer, porque para ellos el ''enemigo'' es la diferencia.

¿La diferencia entre el hombre y la mujer es querida por Dios?


Ya en el Génesis, Dios explica que no creó al ser humano para que viva solo. Y el designio divino es que el hombre y la mujer formen una familia como comunión de amor. De acá se deduce que, en el proyecto de Dios, la diferencia sexual es un elemento constitutivo del ser del hombre y de la mujer. Esta diferencia sexual no implica desigualdad.

La Congregación para la Doctrina de la Fe expresa: «La sexualidad caracteriza al hombre y a la mujer no sólo en el plano físico, sino también en el psicológico y espiritual (…) es un elemento básico de la personalidad; un modo propio de ser, de manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano».

Existe un peligro real de ''cosificar'' y ''despersonalizar'' la sexualidad cuando se la reduce a un mero dato biológico. Y los promotores de la falsa ''ideología de género'' hablan de orientación sexual a partir de este supuesto equivocado. Al considerar a la persona humana en cuanto ser verdadero y atendiendo a la verdad que lleva inscripta en su ser, necesariamente se debe aceptar que el hombre no puede elegir ser hombre o mujer, sino que la diferencia sexual viene ya en la naturaleza personal, psicológica y espiritual con todas sus consecuencias y como ella se presenta uno tiene que aceptarla.


+ Rogelio Livieres, Obispo

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